‘Te odio pero te quiero’ canta en inglés Russian Red, ese tono rojo de pintalabios que eligió como nombre artístico Lourdes Fernández, una veinteañera madrileña. Dice que escribió la canción, ‘I hate you but I love you’, en la cocina de su casa. El fenómeno de esta chica lo contaba gráficamente Carlos Marcos en octubre de 2008: “Hace poco más de un año actuó en la sala Costello (...) el aforo fue raquítico: 17 personas. Hace dos semanas reventó la sala Ocho y Medio con 400 seguidores. Otros tantos formaron una fila que llegaba a los 500 metros”. Russian Red se había convertido en la musa del pop independiente, la estrella del ‘indie’ nacional. Y ya no ha parado. Desde abrir un concierto de Suzanne Vega en el Palau de la Música de Barcelona hasta irse de gira por Estados Unidos.
Su primer disco, ‘I love your glasses’, del que habría vendido cerca de 40.000 ejemplares, salió en el 2008 en un sello diminuto y no costó demasiados euros. El segundo acaba de editarlo una multinacional: producido en Glasgow por Tony Doogan (The Delgados, Teenage Fanclub, Mogwai...) y grabado con músicos de Belle & Sebastian.
Tanta sobrexposición de Russian Red incitó a Quico Alsedo a quedarse tan a gusto en su blog de El Mundo. Con el título de su artículo bastará: ‘Hasta el nabo de Russian Red’. En EL PAIS, Iñigo López Palacios, tenía su opinión sobre el asunto: “Su éxito ha sacado a la superficie los peores vicios de la industria musical española. La crítica sesuda parece no perdonarle que sea guapa, estilosa y haga canciones que gustan a todo el mundo y la están masacrando con el peregrino argumento de ‘no es para tanto’”.
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