El título de su último disco es ‘Mounqaliba’ que significa la cabeza al revés. La cantante aborda la utopía de un mundo en el que la humanidad habría por fin evolucionado y continúa con las lujosas orquestaciones esbozadas hace tres años en ‘Ana hina’. Grabado en Londres, con el violinista Samy Bishai, la pianista Zoe Rahman, un conjunto turco de veinte músicos y una orquesta de cámara, ‘Mounqaliba’ se inspira en la obra del escritor indio Rabindranath Tagore. Y se articula a partir de composiciones originales y dos canciones del británico Nick Drake (‘Riverman’) y la francesa Françoise Hardy (‘La nuit est sur la ville’). Entre las canciones, la anglo-egipcia cede la palabra a dos librepensadores: Jacque Fresco –ingeniero de 95 años que diseña ciudades que ahorran energía- y Peter Joseph –documentalista que cuestiona nuestra capacidad para pasar a una civilización fundada por el tríptico naturaleza, ciencia y tecnología desde el actual de religión, política y dinero.
Natacha Atlas, que empezó bailando la danza del vientre en locales nocturnos, está preparada para unir lo oriental y lo occidental: nació hace 47 años en Bruselas, hija de un judío marroquí con raíces familiares en Palestina y Egipto y de una inglesa convertida al Islam. Con ocho años llegó a Sussex, en el Reino Unido. Y ha vivido entre Londres, El Cairo y ahora un departamento del sur de Francia. Proclama su doble cultura árabe y europea. “En algunos periodos de mi vida quería ser más oriental y, en otros, más occidental. Todos los días tengo que arreglármelas con estos dos lados de mi personalidad”, comentó hace diez años en una entrevista al diario francés Libération.
Llamó la atención, a mediados de los noventa, con un primer disco titulado ‘Diaspora’ de melodías orientales sobre ritmos electrónicos. Y por cierto aire a la Cleopatra encarnada por Elizabeth Taylor en una portada de colores chillones. Siguió dando que hablar con ‘Halim’ y, en 1998, con ‘Gedida’ –contiene una versión de ‘Mon amie la rose’, de Françoise Hardy- obtuvo su primer disco de oro. En el 2000 ganó en Francia el Victoire de la musique a la mejor cantante femenina. Una canción en francés –‘Ne me quitte pas’, de Brel- y una en inglés –‘I put a spell on you’- forman parte de ‘Ayeshteni’, disco grabado en El Cairo que incluye clasicismo egipcio y sonidos de rai norteafricano.
La ex Trans-Global Underground y antigua colaboradora de Jah Wobble es una profunda admiradora del egipcio Abdel Halim Hafez y la libanesa Fairouz y de compositores como Debussy o Tchaikovsky. El 17 de junio de 2010, y junto a otros quince músicos, participó en un proyecto de Smadj en la parisina basílica de Saint-Denis. Natacha Atlas es una mujer con carácter. Hace diez años, en un salón de té de moda en Londres, recibió a un entrevistador con estas palabras: “No tengo ganas de confesarme, los periodistas no son sacerdotes”.
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