‘Sapore di sale’, ‘Il cielo in una stanza’ o ‘Senza fine’: canciones antológicas de los sesenta, crónica sentimental de la sociedad italiana. Su autor: Gino Paoli. Nacido en 1934 en Monfalcone, a orillas del Adriático, de niño sus padres se lo llevaron a Génova, ciudad a la que se siente ligado para siempre. Entonces el Festival de San Remo importaba: allí se presentaban Luigi Tenco, Sergio Endrigo, Fabrizio De André o el propio Paoli –en cinco ediciones-, intérpretes y compositores, gigantes de la canción que llenaban de asuntos existencialistas las ondas radiofónicas y los programas televisivos.

Cincuenta años en la música ha celebrado Gino Paoli –sus cuatro primeras canciones grabadas están en un 45rpm de 1959- que está cantando mejor que nunca. Con sobriedad y elegancia. Hasta se ha atrevido con alguna aria de su admirado Puccini. Y sale en una gira de teatros para un proyecto de grandes canciones de la historia del cine en el que se retoman títulos de musicales estadounidenses y películas francesas e italianas. En una conversación con Enrico de Angelis explicó que “la técnica te permite decir lo que llevas dentro, pero no te cambia. Si no te ayuda a ser aquello que quieres ser, no sirve”.

En 2007 grabó ‘Milestones. Un incontro in jazz’, hermoso disco en directo en el que se incluyen, junto a sus composiciones más celebradas, ‘Quando’, de su amigo Luigi Tenco, y ‘standards’ como ‘Time after time’ o ‘Stardust’. En el concierto tocaron grandes del jazz en Italia: los trompetistas Enrico Rava y Flavio Boltro, el pianista Danilo Rea, el contrabajista Rosario Bonaccorso y el batería Roberto Gatto. Excepto Rava, estarán todos acompañándole en La Mar de Músicas.

En un artículo de Babelia, el artista italiano le decía hace unos meses a Carles Gámez: “Para mí la evolución en estos cincuenta años ha sido bastante negativa. Cuando yo comencé en aquellos años sesenta, había mucha más pasión y mucho menos ‘business’, ahora sin embargo, tenemos muchísimo ‘business’ pero a cambio poquísima pasión. Hoy en día lo que se busca es que el producto sea rentable como una pastilla de jabón”.

“Sabor de sal, sabor de mar, un gusto un poco amargo de cosas perdidas, de cosas dejadas lejos de nosotros donde el mundo es distinto, distinto de aquí...”. La canción, grabada en 1963, con arreglos de Ennio Morricone, la escribió Gino Paoli tras su ruptura con una joven actriz llamada Stefania Sandrelli. Días intensos, de locuras y excesos, de los que guarda como recuerdo un pedazo de plomo en el cuerpo: intentó quitarse la vida pegándose un tiro en el corazón. De esos años quedan también canciones como ‘Il cielo in una stanza’ –cuentan que al terminar Mina la grabación en el estudio toda la orquesta se puso de pie para aplaudir mientras a algunos músicos se les llenaban los ojos de lágrimas-, ‘Senza fine’ –el himno de amor sin tiempo a Ornella Vanoni que Isabel Coixet usó en ‘Mi vida sin mí’- o ‘Sassi’ –toda la tensión del sentimiento amoroso en cuatro minutos de la canción suya que a él más le gusta-.

Gino Paoli, un hombre cuyas raíces musicales están en el jazz, la ‘chanson’ francesa –hizo una versión de ‘Ne me quitte pas’ de Brel convertida en ‘Non andare via’ y ‘Col tempo’ es el título de su adaptación de ‘Avec le temps’ de Léo Ferré-, la canción popular italiana y la ópera, se confiesa profundamente mediterráneo: tradujo la célebre canción de Serrat y la incorporó a su repertorio –su disco de 1974 ‘I semafori rossi non sono Dio’ es un homenaje al ‘noi del Poble Sec’-. En la entrevista de Babelia decía: “He nacido y vivido con los pies en el agua. Para mí Mediterráneo también significa sentirte más próximo de un catalán o de un marsellés que de un milanés o de un parisino, porque el mar acaba dejándote una huella, y el Mediterráneo lo hace de una manera muy particular”.

Diputado por el Partido Comunista, entre 1987 y 1992, no hace ni una concesión: “El artista es un creador de preguntas, un fabricante de interrogaciones... Creo en las preguntas, no en las respuestas. Un hombre decente debe hacerse preguntas, y frecuentemente responder con otras preguntas. Los que llevan las respuestas en el bolsillo, mi experiencia me dice que no son los mejores”.