Cuando María Terremoto (Jerez de la Frontera, 1999), con toda su saga flamenca a cuestas, se subió a los escenarios con tan solo 16 años, la vistieron como una cantaora antigua. Con su mantoncillo, las flores, los caracolillos pegados a la cara, los corales... En un espectáculo en el Generalife de Granada, una espectadora no se pudo aguantar y le preguntó por su edad. Cuando la artista le contestó que tenía 18 años, la señora no se lo podía creer. ¡Pensé que tendrías 40 años! Con su nuevo disco, Manifiesto (Universal), la cantaora afincada en Sevilla trata de romper con todo eso. "Es que ya aburre", resume la artista de 25 años, que sale cantando y bailando en uno de su videoclip con vaqueros y sudadera de capucha, la misma ropa que cualquier chica de su edad podría ponerse. Pero que no entra dentro de los cánones del flamenco. ¿O sí? La ruptura que propone la cantaora no viene de la mano de la experimentación ni la mezcolanza con otras músicas ni nada por el estilo. Porque María Terremoto "canta por derecho", como dicen los flamencos, haciendo referencia a la ortodoxia de este arte y a hacer los cantes "como son", sin más aditivos.
Ella es el último eslabón de una estirpe flamenca y gitana. Su padre era Fernando Fernández Pantoja, Fernando Terremoto, y su abuelo Fernando Fernández Monge, Terremoto de Jerez. Ambos cantaores. Llamarse Terremoto puede pesar, a veces, como una losa, pero la más pequeña de la saga defiende su arte con "cuidado y respeto". Para que estén orgullosos "ahí arriba". Para el disco Manifiesto, quería conservar su raíz y que el público la conozca por su pureza. Porque la cantaora se identifica con la "pureza" del flamenco, y no tanto del “purismo”.