No hay una relación recíproca entre el arte y la gente porque el arte suele ser solamente un objeto o un proceso. Sin embargo en la intención la obra sí puede tener una implicación emocional: el arte puede curar si ha sido concebido para ello, el arte se puede preocupar de la gente de un modo pasivo pero a la vez efectivo. Ela Fidalgo lleva a cabo un proceso en el que las estrategias de la moda se aplican a las del arte en un viaje que tiene estaciones en la concienciación sobre la necesidad de un ecosistema sostenible y de la economía circular.
Sobre la intención y la consciencia se plantean piezas en las que los objetos borran las barreras tradicionales de la catalogación. En sus exposiciones, como la desarrollada en 2023 en La Térmica (Málaga) el espectador se encuentra desconcertado por la familiaridad de los elementos textiles. Desde la historia del arte las referencias también se alinean para hallar en la genealogía de las grandes esculturas de tela a las muñecas de Louise Bourgeois. Si embargo Ela huye del dolor donde la franco-estadounidense buscó la confrontación y el sostenimiento de una consciencia permanente.
Telas pintadas con óleos, ceras o acrílicos, la costura llevada a cabo en talleres donde las mujeres conjuran males son pasos más allá tanto del arte como de la moda. El vínculo ya clásico de arte y vida deja en el aire la pregunta de si son los objetos lo importante o solo resultado de procesos.
Desde sus estudios de moda en IED Fashion Lab en Madrid la artista recondujo su carrera en 2016 hacia el arte contemporáneo, convirtiéndose en poco tiempo en una referencia renovadora del paisaje contemporáneo en el que el cuerpo es siempre el campo de una batalla de la que Ela ha desertado. Su propia vivencia, los condicionantes de peso y la presión social, tan contemporánea, recorren obras llenas de color en las que las figuras femeninas no luchan estas guerras perdidas. La velocidad de la industria es criminalmente dañina y Ela utiliza sus recursos y técnicas para hablar de otro mundo por venir en el que el arte sea consciente del dolor y no solo un producto del mismo.
Esta muestra en el Centro Cultural Ramón Alonso Luzzy reúne una selección de grandes formatos y un retablo que sintetizan de una manera poderosamente colorista el universo visual de Ela Fidalgo.